Nature Así podría Argentina duplicar su producción de carne sin sumar una vaca más

Así podría Argentina duplicar su producción de carne sin sumar una vaca más

GANADERIASOS
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 Todo se puede hacer. Lo que no se puede evitar son las consecuencias”…Que la Argentina es agroindustrial no es ninguna novedad

Que la agricultura vino de la mano de las corrientes inmigratorias de Europa de fines del siglo XIX y principios del XX, tampoco (hasta ahí dominaba solo la ganadería). Pero aunque los vacunos españoles se fueron mestizando (con razas inglesas, al principio) y fueron convirtiendo a la “carne argentina” en una de las mejores del mundo, la agricultura no le fue en zaga, aunque el salto tecnológico más fuerte se dio a partir de las semillas, primero con los híbridos y luego con la transgénesis, desde mediados de los '90.

¿Por qué toda esta introducción? Pues porque la soja se cultivaba en Argentina desde antes de 1941/42, cuando recién aparecen los primeros datos estadísticos oficiales. Y también es cierto que en los '70 se hizo una gran importación de semilla que impulsó fuertemente el cultivo.

Sin embargo, fue la aprobación de la RR a mediados de los '90 (Argentina fue líder en América Latina en esta clase de cultivos OGM) la que permitió el salto cuantitativo, su generalización, y también forzó el corrimiento de la “frontera agrícola”.

Ayudada, además, por los precios internacionales, la soja creció exponencialmente, al punto de que al titular de la administración Kirchner de la primera década de este siglo se lo llamaba “el Presidente de la soja”, por el fenomenal aporte económico de este cultivo en aquel gobierno.

Pero como no todo es blanco o negro, esa situación generó consecuencias que algunos alertaban como los peligros de la “sojización”,incluido el desplazamiento de al menos 5 millones de hectáreas ganaderas del corazón de la Pampa Húmeda, que pasaron a la agricultura, mientras que la hacienda fue hacia zonas y suelos menos buenos, mayormente hacia el norte y centro del país.

El resultado hoy está a la vista. Por un lado, no todos los campos “bancaron” una agricultura permanente, si bien la generalización de la labranza mínima y la cero frenaron buena parte del deterioro. Por otra parte, la ganadería, afectada también por problemas sanitarios y mayores intervenciones oficiales en el mercado local, fue rindiendo menos que en las zonas centrales.

Así las cosas, en las últimas dos décadas, aunque la tecnología avanzó en forma exponencial, en especial para la agricultura, la falta de políticas adecuadas para el sector marcó un fuerte estancamiento que, a grandes rasgos, se manifestó en la falta de crecimiento de la superficie agrícola, mientras que en la ganadería fue peor aún, ya que se perdieron 12 millones de cabezas entre 2008 y 2012 (alrededor del 20 % del rodeo de entonces), las que nunca llegaron a recuperarse totalmente. De tal forma, hoy la Argentina, afectada además por las muy malas condiciones climáticas de los últimos años, tiene apenas 51 millones de cabezas.

Sin embargo, hay algunos factores que muestran indicios de que el péndulo puede volver un poco hacia atrás, y alcanzar entonces un sano equilibrio entre las actividades, e incluso sin que retroceda ninguna de ellas. Al contrario. Por un lado, desde siempre los agricultores saben que las rotaciones de actividad son muy recomendables, tanto para el suelo como para cortar el ciclo de plagas, evitar la resistencia de malezas, etc.

Razones para el desplazamiento de la ganadería

La razón por la que igual se siguió adelante con la “agriculturización” fue la necesidad de afrontar el corto plazo, y en él, la agricultura, y más aún la soja, brindaba mejores opciones, ya que, aunque —excepto en los '90— en el resto del tiempo siempre tuvo las retenciones a la exportación más altas entre todos los cultivos, el hecho de su bajo consumo interno había permitido la escasa intervención de los gobiernos en su comercialización.

Contrariamente, la hacienda, y más aún la vacuna, registró todos los tipos de intervenciones imaginables: cierre de registros, controles de precios, presión directa e indirecta sobre las empresas, y hasta la prohibición lisa y llana de la exportación. El cóctel fue recortando las inversiones (genética, sanidad, infraestructura, etc.), lo que impidió la mejora de la productividad y de ahí el estancamiento de la producción en 3-3,3 millones de toneladas de carne/año que tiene el país, mientras todos los vecinos crecen.


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