Las vacas lecheras son herbívoros rumiantes, lo que les aporta ventajas a su nutrición y salud, pero también tiene desventajas, entre las que se encuentra la baja eficacia digestiva para aprovechar la glucosa, lo que provoca una alta incidencia de una enfermedad metabólica: la cetosis o acetonemia, que analizamos a continuación.
Cuando hace años trabajaba en una fábrica de piensos, a los jefes se les ocurrió hacer una campaña para captar como clientes a los cunicultores. Los productores de conejos no eran habituales entre nuestra cartera de clientes y se pretendía incorporar- los para así aumentar las ventas de nuestros piensos. La idea consistía en que durante una semana tenía- mos que hacer prospección cunícola y todo el personal se tenía que involucrar en ello durante ese tiempo. Aunque yo era el responsable de vacuno lechero, también tenía que hacer visitas esa semana con los co- merciales e intentar vender pienso de conejos. Igualmente, el que se de dicaba a porcino, vacuno de carne o avicultura esa semana tenía que arrimar el hombro y salir a por conejos. Un día de la campaña me tocó con el mejor vendedor de la fábrica, que vendía cerca de un millón de kilos al mes. En la primera visita del día ya “cortamos oreja”, como decía ese vendedor estrella, pues conven cimos a un cunicultor para que nos comprase el pienso. Todo parecía ir sobre ruedas hasta que, para mi sorpresa, el comercial recula dándo- le para atrás a la venta. La escena surrealista era propia de una pelí- cula de los hermanos Marx: el cu- nicultor empeñado en comprarnos y el vendedor intentando quitárselo de la cabeza.
Logramos despedirnos y dentro del coche el comercial me aclara que ya vende bastante, que “no necesita conejos” que le roben la tranquili- dad del sueño. ¿Cuál es el motivo? Pues que los problemas digestivos son constantes en esta especie y, al declararse, mueren como chinches, lo que pone al productor, vendedor y veterinario de los nervios. En el mundo de la nutrición animal y de la zootecnia consideramos a los veterinarios y comerciales dedicados a la cunicultura como los más “fogueados”. Estos profesionales descansan al cambiarse a otra producción ani- mal, pues los problemas de otras especies parecen poca cosa comparadas con los de los conejos.
¿Y por qué son tan habituales los trastornos digestivos en los herbí- voros no rumiantes?
El caballo y el conejo sitúan su tanque de fermentación (ciegos hipertrofiados) casi al final de su aparato digestivo. La ventaja de esta localzación es que los nutrientes como la glucosa, los aminoácidos esenciales y las grasas insaturadas no pasan por este tanque de fermentación. Al no ser fermentados, estas moléculas “nobles” son absorbidas como tales y bien aprovechadas como hacemos el resto de los monogástricos. Dejan para el final la digestión de la fibra, actuando el ciego como un tanque de fermentación por acción de la microbiota que lo coloniza. Esta rede la fibra al final los hace propensos a que se forme un embu- do en el último tramo del intestino, lo que provoca tapones y retenciones.
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