Una nueva teoría sobre la fiebre de la leche en vacas lecheras podría arrojar luz sobre una amplia gama de enfermedades inflamatorias tanto en animales como en personas.
Una idea revolucionaria de un científico de la Universidad de Alberta podría finalmente descifrar el código detrás de una de las enfermedades más persistentes en la industria lechera —y conducir a una nueva comprensión de la salud humana.
La fiebre de la leche, una afección grave que afecta a las vacas lecheras alrededor del momento del parto, ha sido atribuida durante mucho tiempo a una caída en los niveles de calcio en la sangre. Esa disminución puede causar debilidad muscular, incapacidad para mantenerse de pie y, en casos graves, la muerte.
Pero a pesar del tratamiento estándar —administrar calcio adicional al animal— la fiebre de la leche sigue siendo un problema común y costoso en las granjas de todo el mundo.
Ahora, el profesor Burim Ametaj está proponiendo una perspectiva revolucionaria llamada Red Calcio-Inflamatoria (Calci-Inflammatory Network), un concepto que replantea la fiebre de la leche no como una simple deficiencia de calcio, sino como una respuesta biológica compleja a la inflamación.
“Este es un cambio de paradigma que desafía décadas de pensamiento”, dijo Ametaj, inmunobiólogo nutricional en la Facultad de Ciencias Agrícolas, de la Vida y del Medio Ambiente. “En lugar de ver el bajo calcio en sangre como un fallo, ahora creemos que podría ser parte de una estrategia inteligente del cuerpo para controlar la inflamación después del parto.”
En otras palabras, el cuerpo de la vaca podría estar bajando intencionalmente sus propios niveles de calcio como mecanismo de protección, explicó.
La inflamación aumenta de forma natural después del parto, y la investigación de Ametaj sugiere que reducir el calcio podría ayudar a atenuar reacciones inmunitarias perjudiciales, como la activación excesiva de células inmunes y la propagación de toxinas bacterianas.
Desde esta perspectiva, la fiebre de la leche deja de ser una enfermedad simple por deficiencia y se convierte en un indicio de que sistemas más profundos —como la inmunidad, las hormonas y el metabolismo— están fuera de equilibrio.
Al revelar esta complejidad oculta, la Red Calcio-Inflamatoria podría permitir tratamientos más específicos, ajustando la terapia con calcio no solo para “rellenar el tanque”, sino para alinearse con el estado inmunológico de la vaca, su perfil genético y su etapa de recuperación, sugiere Ametaj.
Eso podría significar menos vacas enfermas, menor uso de antibióticos y mejores resultados para los productores lecheros y el bienestar animal, señaló.
“Comprender la fiebre de la leche desde esta nueva perspectiva nos ayuda a desarrollar un enfoque de precisión para su prevención y tratamiento”, explicó Ametaj. “Se trata de ver a la vaca como un sistema completo y dinámico — no solo de corregir un número en un análisis de sangre”.
Pero las implicaciones no se detienen en la puerta del establo.
Dado que el calcio y la inflamación son procesos fundamentales en todos los mamíferos, Ametaj cree que la Red Calcio-Inflamatoria podría ayudar a explicar una amplia gama de enfermedades tanto en animales como en personas. De hecho, el calcio bajo en sangre, conocido como hipocalcemia, es un hallazgo sorprendentemente común en muchas enfermedades humanas graves, señaló.
“Los pacientes en unidades de cuidados intensivos con sepsis, COVID-19 grave, influenza e incluso cáncer suelen presentar hipocalcemia”, dijo Ametaj. “No es una coincidencia; es la forma en que el cuerpo intenta regular una respuesta inflamatoria descontrolada”.
Al igual que en las vacas lecheras, el cuerpo humano podría usar los niveles de calcio como una especie de regulador para aumentar o disminuir la inflamación, señaló. Las concentraciones más bajas de calcio podrían ayudar a evitar que las células inmunitarias entren en un estado de sobreactivación —un fenómeno que provoca daño en los tejidos, desde infecciones respiratorias hasta inflamaciones relacionadas con el cáncer.
“Esto nos revela algo profundo”, dijo Ametaj. “El calcio no se trata solo de huesos y músculos; es un regulador clave de la función inmunológica y la inflamación”.
Comprender ese vínculo podría abrir nuevas puertas a terapias que modulen los niveles de calcio con precisión, en lugar de simplemente “suplementar a ciegas”, añadió. “La Red Calcio-Inflamatoria podría ofrecer un nuevo marco biológico para abordar enfermedades en las que la inflamación es un factor central —no solo en el ganado, sino también en la medicina humana”.
Con más investigaciones, esta teoría podría conducir a tratamientos más inteligentes para afecciones que hoy en día se manejan de forma sintomática, sin abordar el desequilibrio sistémico subyacente, sugirió Ametaj.
“Estamos apenas comenzando a descubrir toda la historia del calcio”, añadió. “Podría ser una de las herramientas más poderosas del cuerpo para sanar — si aprendemos a escuchar lo que nos está diciendo.”