La productividad generalmente se refiere a la capacidad de una granja lechera para convertir insumos en un producto, en este caso leche.
Esta medida evalúa el uso de tecnología (adopción de innovaciones), cambios en la organización del trabajo o la ganadería y el uso de los recursos existentes.
Una forma ampliamente reconocida de abordar los desafíos actuales, como las fluctuaciones de los precios de la leche y los insumos, es mejorar este indicador.
Para ello necesitamos conocer la eficiencia de la leche, es decir, la cantidad de leche (corregida por el contenido de grasa) producida por kilogramo de materia seca del alimento consumido.
Esto se mide a través de parámetros nutricionales, cuyo aumento requiere la optimización de los recursos nutricionales y una atención veterinaria de calidad adecuada.
La evaluación de la productividad y la eficiencia es fundamental ya que permite un mejor control de la producción, además de ser un requisito clave para aumentar la competitividad.
Los fabricantes pueden utilizar esta información para mejorar el rendimiento y evitar errores futuros que pueden provocar pérdidas financieras importantes.