Durante las dos últimas décadas, las enfermedades causadas por alimentos surgieron como un problema importante y creciente de salud pública y económica en muchos países.
Debido a las crisis mundiales generadas por algunos alimentos de origen animal, la seguridad alimentaria es considerada uno de los atributos más importantes y valorizados por los consumidores.
Según la FAO y el USDA, 25% de los cultivos agrícolas mundiales están contaminados con algún tipo de micotoxina y, como consecuencia, más de 532 millones de toneladas de granos presentan contaminación.
Considerando que la base de las raciones está formada por granos y cereales, gran parte de esta producción puede estar contaminada por micotoxinas, lo que es preocupante.
Las aflatoxinas son metabolitos secundarios producidos por Aspergillus parasiticus, Aspergillus flavus y el raro Aspergillus nomius. Aparecen en los alimentos en las formas de aflatoxina B1 (AFB1), B2, G1 y G2, y en la leche en las formas oxidativas M1 y M2.
La contaminación de los alimentos por AFB1 es considerada un grave problema de salud pública en el mundo, ya que además de afectar negativamente a la salud animal, el rendimiento y la reproducción, tiene un efecto cancerígeno, mutágeno, teratógeno, inmunosupresor y hepatotóxico.
La AFB1 ingerida por animales lactantes es biotransformada por el metabolismo hepático y secretada en la leche como aflatoxina M1 (AFM1), tóxica y cancerígena.
Debido a la gran cantidad de leche y productos lácteos consumidos por el hombre, es fundamental encontrar soluciones para mantener la concentración de AFM1 en la leche en niveles seguros.
En consecuencia, fueron realizadas acciones relacionadas con la seguridad alimentaria relativas a productos aditivos para evitar el riesgo de ingestión e intoxicación por aflatoxina.
En el mercado, encontramos aditivos naturales capaces de suministrar compuestos que estimulan al organismo a mitigar con mayor eficacia los estímulos estresantes de las micotoxinas encontradas por el campo. Algunos de estos aditivos también son usados para proporcionar apoyo a la inmunidad y prevenir la contaminación por agentes patógenos, lo que supone una mejora en el estado general de salud.
Las levaduras son usadas ampliamente en la nutrición de rumiantes, demostrando diversos beneficios ya comprobados.
El efecto de los metabolitos solubles ocurre directamente en el rumen, donde es observada una menor presencia de lactato, menor disminución del pH ruminal, mayor presencia de nitrógeno microbiano y mayor digestibilidad de FDN (Dias et al., 2017 a, b).
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