Ser un ganadero lechero del siglo XXI no es tarea fácil. La creciente escasez de mano de obra, el aumento del tamaño de los rebaños y la necesidad constante de mantener la salud animal mientras se mantienen las operaciones eficientes dejan poco margen de error.
En la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Minnesota, el investigador Luciano Caixeta está liderando un proyecto financiado por el estado, centrado en poner la tecnología de precisión a trabajar para los ganaderos lecheros. Su trabajo cuenta con el apoyo del Fondo de Respuesta Agrícola Rápida, establecido por la legislatura de Minnesota en 1998 para permitir a los investigadores responder a problemas y desafíos urgentes que enfrentan las industrias agrícolas y de recursos naturales de Minnesota.Con una subvención para el bienio 2024-25, el equipo de Caixeta ha estado probando si la tecnología ponible —como un Fitbit, pero para vacas— puede ayudar a los ganaderos a tomar decisiones más inteligentes sobre cuándo tratar a los animales y, lo que es igual de importante, cuándo no hacerlo.
Una forma más inteligente de monitorear a las vacas
El proyecto utiliza collares especializados equipados con micrófonos y sensores de movimiento para rastrear los comportamientos de alimentación y rumia de las vacas, que son indicadores clave de su salud metabólica.
“Estos collares nos dicen qué tan bien está la vaca basándose en lo que más importa: cuánto está comiendo y rumiando”, dijo Caixeta. “Es una forma de ver cómo está lidiando la vaca y si realmente necesita nuestra ayuda”.
El equipo eligió la hipercetonemia (HK), un trastorno metabólico común y costoso, como caso de prueba. En los rebaños lecheros de alta producción de Minnesota, la hipercetonemia es un desafío frecuente y costoso, particularmente en los días posteriores al parto, cuando las necesidades energéticas de una vaca se disparan.
Se ha asociado con una producción de leche reducida, infertilidad y un mayor riesgo de otras enfermedades, todo lo cual afecta la rentabilidad de una granja. También es una seria preocupación por el bienestar animal, ya que las vacas afectadas pueden sufrir molestias y problemas de salud a largo plazo si no se manejan adecuadamente. Para los productores que ya enfrentan escasez de mano de obra, la condición agrega presión para tomar decisiones rápidas y efectivas que impactan tanto la productividad como la salud animal.
Normalmente, las vacas diagnosticadas con HK son tratadas automáticamente. Pero la investigación previa del equipo sugirió que muchas se recuperan sin ayuda, lo que significa que algunos tratamientos pueden ser innecesarios. El proyecto actual se propuso investigar si los datos de la tecnología ponible podrían ayudar a los ganaderos a decidir con mayor precisión qué vacas realmente se benefician del tratamiento.
“Descubrimos que hay un grupo de vacas que, aunque muestran signos de HK, pueden recuperarse sin intervención”, dijo Caixeta. “No se están enfermando de una manera clínicamente significativa; simplemente están lidiando con las intensas demandas fisiológicas de la lactancia temprana”.